Para la aplicación del dióxido de carbono (CO2), se utiliza una aguja muy fina, similar a la que se usa por los diabéticos para suministrar insulina. Una vez que el gas es aplicado, se producen una serie de fenómenos. En primer lugar los vasos sanguíneos se dilatan y se incrementa la velocidad de la circulación de la sangre. Al incrementarse el CO2 bajo la piel, los glóbulos rojos aportan más oxigeno y las células se rejuvenecen.
De este modo la carboxiterapia disminuye la acumulación de líquido y toxinas favoreciendo la expulsión de las mismas de forma natural a través de la orina.
Lo más normal es que se necesiten al menos 10 sesiones espaciadas entre 2 y 4 meses.El CO2 es un gas que en exceso nos resulta perjudicial, es por esto que la medida ha de ser exactamente de 200 centímetros cúbicos por minuto como máximo, que es la misma cantidad que genera nuestro organismo cuando nos encontramos en estado de reposo.
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