Esto se debe a que cuando dormimos menos de las siete u ocho horas normalmente aconsejadas se pueden generar trastornos en el funcionamiento de una hormona llamada leptina, que controla la saciedad. Al mismo tiempo, la falta de sueño también incrementa la producción de otra hormona llama grelina, que regula el hambre.
Por lo tanto, pocas horas de sueño pueden generar hábitos de alimentación desordenados que eventualmente llevarán a ganar peso.
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