- En la ducha, alterna agua fría con agua caliente sobre los glúteos, o puedes optar por darte un baño caliente y finalizar con un chorro de agua fría. Este sencillo hábito, realizado diariamente, estimula la circulación. Luego, sobre la piel húmeda tras la ducha, date un masaje durante unos minutos con un guante o esponja de crin, siempre en sentido ascendente. Oxigenándo así los tejidos y exfoliando la piel de los glúteos.
- Utiliza la misma crema anticelulítica que uses para las piernas, ya que los glúteos son propensos a la formación de la piel de naranja. Apuesta también por las cremas reafirmantes e hidratantes en masajes circulares.
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