La radiofrecuencia no tiene ningún efecto secundario, no es doloroso (tan sólo se nota un cierto calor en la zona tratada) y no necesita anestesia.
La radiofrecuencia calienta las tres capas de la piel y el colágeno de la capa más interna, ayudando a reafirmar y mejorar el tono de la piel. A medida que se realizan las sesiones, el colágeno de la dermis se genera en mayor cantidad, dejando ver los notables beneficios.
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